No piense nadie que fotografiar es disparar e irte, son
muchas las veces que por disparar una sola vez, a llegar a casa te arrepientes
más de una vez.
Esta escena mismo, se llevó ocho disparos, uno cuando la vi, levante la
cámara y dispare estando un poco de lado y alejado, pero instintivamente sabía
que si lo sacaba de espaldas, por mucho que se viera que estaba con los
palillos tocando los tambores no tendría suficiente fuerza la imagen, me moví, rodee
a los dos adultos que llevaban sus tambores colgando de la cintura y empecé a
fotografiar entre ellos, en la primera se cuela un trozo de mano de uno de
ellos y el niño me mira, como diciendo quien es este… pero sigue tocando que es
lo que le gusta, en la siguiente mira hacia uno de los que aguanta el tambor y es
en la tercera cuando vuelve a mirar los tambores, (la que estáis viendo aquí),
en las cuatro siguientes tomas, también hay alguna pose interesante del
tamborilero, pero para entonces había llamado mucho la atención y salían demasiadas
piernas por detrás, con lo cual el fondo no era tan limpio.
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