De hecho en un principio se pensó dividir el cauce del
Vinalopó en 50 parcelas de 56 metros de largo y 14 metros de ancho cada una,
pero debido a la demanda participativa se optó por reducir las dimensiones y al
final fueron más de cien los murales.
En 1991 no existía el concepto de “arte urbano” en España,
ni tenia tanto renombre este en el exterior de nuestras fronteras, de ahí que la
gente que participo entonces eran artistas reconocidos, pintores urbanitas o
muralistas que se atrevieron a usar un tipo de lienzo nada habitual para ellos,
el suelo, sin embargo en el Proyecto Víbora 2 han primado un orden de
participación diferente al Víbora primero, ahora han prevalecido los
graffitistas, seguidos por los artistas y entre medio, una presencia amplia de
la ciudadanía que ha querido expresar y dejar su huella colorida en su rió y
ciudad.
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