Cuando el sol cae aun ardiente, dando paso a la oscuridad llena de luces de colores de los hombre, empieza una vez más las noches veraniegas llenas de encanto y mil actos a lo largo y ancho de todo el Levante.
Dentro de estos placidos momentos se encuentra SUMMERJAZZ, que como bien dice su nombre en el más puro anglicismo, es un evento veraniego donde el Jazz coexiste, suena y se disfruta por unas noches dentro de un entorno mágico, formado por tres fincas llenas de solera de la provincia de Alicante (Villa Marco – El Campillo, Villa Gadea – Altea y Torrecremada – Denia) llenas de una belleza extinta hoy en día, que renace cual ave Fénix en todo su esplendor tras languidecer durante años, gracias a los cuidados y esmeros que le dedican tanto las instituciones actualmente, como todas aquellas personas que aman su belleza e historia, luchando por sacarlas del olvido y devolverlas a su antiguo esplendor.
He de reconocer que no fui allí por el Jazz, ni por la Trouppe Orchestra, que era el grupo musical que nos amenizo la velada el pasado viernes 31 de Agosto, con un buen numero de grandes clásicos de Swing, así como otros propios de la fe que profesan, que consiguieron trasladarme mentalmente a la música negra de las ceremonias religiosas.
Yo fui por fotografiar Villa Marco de noche, ya que tras haber realizado una visita diurna guiada, hace meses, decidí empezar a preparar (más lentamente que un caracol) una serie de más de treinta entradas sobre esta casi desconocida Villa y necesitaba algo más de material fotográfico que acompañara a la letra escrita.
Yo fui por fotografiar Villa Marco de noche, ya que tras haber realizado una visita diurna guiada, hace meses, decidí empezar a preparar (más lentamente que un caracol) una serie de más de treinta entradas sobre esta casi desconocida Villa y necesitaba algo más de material fotográfico que acompañara a la letra escrita.
Por cierto, nada más llegar nos deleitaron con una copa de un vino espumoso llamado “Marina Espumante” de las bodegas Bocopa, que estaba muy bueno, para mí, un profano del mundo de los caldos vinícolas, que solo conoce cuatro como mucho y a veces los mezcla con cerveza.
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