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miércoles, 11 de febrero de 2009

AMANECE EN COPACABANA.

Halla por 1979, cumplí 18 años y empecé a trabajar en la empresa donde curraba mi padre, cubriendo vacaciones de verano, desde casa, al trabajo, no había autobús directo, era necesario coger dos o ir andando durante unos 30 minutos, incluyendo algunos tramos campo a través, aun Alicante no era todo asfalto y la empresa estaba, por decirlo de alguna manera, casi en la periferia.
El primer autobús el “B” (entonces no había tantas líneas y con letras nos apañábamos) que tenia una parada cerca de casa, nos dejaba en la plaza de toros y después íbamos hasta la iglesia Misericordia donde estaba la parada del que nos acercaba al trabajo, en total tenias que salir hora y media antes de casa, para llegar 20 minutos antes al trabajo o como ocurría a veces, llegar con el tiempo justo porque perdías un autobús o este se retrasaba.
El caso, es que entonces descubrí la cafetería Copacabana, enfrente de la iglesia, que a las seis de la mañana era uno de los pocos baretos que abrían temprano, creo que lo hacían a las cinco de la madrugada, sino me acuerdo mal, lugar de reunión para los muchos que madrugaban y antes de ir a trabajar tenían que tomarse un buen café de maquina solo o acompañado por el entonces tradicional carajillo, resultaba curioso ver un punto de luz, de gente, en la ciudad dormida y de calles vacías, el café actuaba como el néctar a las abejas y Copacabana atraía a mucha clientela, que andando o dejando el coche a las puertas, venían a cualquier hora del día, pues su café tenia fama.

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