Las noticias, en la actualidad y la historia, en el pasado, están llenas de Golpes de Estado e intentos de derrocamientos, unos con éxitos y otros fallidos, pero independientemente de donde ocurran, en cualquier evento cultural de estas características, hay asociado un numero indeterminado de heridos y muertos entre las dos partes confrontadas.
En cambio el 23-F, español, es diferente, hubo una ocupación del Congreso de Diputados con armas, salio el ejercito a las calles de Valencia y sin duda, existió un pulso tenso entre los dos bandos opuestos que se formaron dentro del estamento militar y en el de las fuerzas de seguridad del Estado (policía y guardia civil).
Hay que valorar que en aquel entonces, nuestra infantil democracia, apenas tenía cinco años de existencia, tiempo insuficiente para hacer olvidar el arraigado trauma de la Guerra Civil, cuya sombra, volvió a planear esa noche, sobre la península ibérica.
Por suerte la parte más indefensa, los ciudadanos, se replegaron aturdidos y expectantes a sus casas, en la famosa “noche de los transmisores”, a esperar el discurrir de los acontecimientos.
Al final no hubo ni heridos, ni muertos y por contra, salio fortalecida la joven democracia, que en solo un puñado de horas maduro y consensuó a la clase política por un laro periodo de tiempo.
De ahí, que perfectamente podamos decir, que después de todo fue un Golpe con Suerte.
Sin embargo, no quiero pensar que hubiera pasado, si esa espera tensa, se hubiera roto mediante la movilización de la ciudadanía, lanzándose a las calles… Seguramente la historia estaría ahora escrita de otra manera y en ella, existiría una larga lista de victimas.
En cambio el 23-F, español, es diferente, hubo una ocupación del Congreso de Diputados con armas, salio el ejercito a las calles de Valencia y sin duda, existió un pulso tenso entre los dos bandos opuestos que se formaron dentro del estamento militar y en el de las fuerzas de seguridad del Estado (policía y guardia civil).
Hay que valorar que en aquel entonces, nuestra infantil democracia, apenas tenía cinco años de existencia, tiempo insuficiente para hacer olvidar el arraigado trauma de la Guerra Civil, cuya sombra, volvió a planear esa noche, sobre la península ibérica.
Por suerte la parte más indefensa, los ciudadanos, se replegaron aturdidos y expectantes a sus casas, en la famosa “noche de los transmisores”, a esperar el discurrir de los acontecimientos.
Al final no hubo ni heridos, ni muertos y por contra, salio fortalecida la joven democracia, que en solo un puñado de horas maduro y consensuó a la clase política por un laro periodo de tiempo.
De ahí, que perfectamente podamos decir, que después de todo fue un Golpe con Suerte.
Sin embargo, no quiero pensar que hubiera pasado, si esa espera tensa, se hubiera roto mediante la movilización de la ciudadanía, lanzándose a las calles… Seguramente la historia estaría ahora escrita de otra manera y en ella, existiría una larga lista de victimas.
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