Obra:
Obra que es un claro ejemplo del estilo pictórico del
artista Francisco Sanchez Sanjuan con un guiño al mural que dibujo en el primer
Proyecto Víbora.
Opinión:
Yo siempre diré que cada uno saca unas conclusiones cuando
ve una obra artística, ya sea un cuadro, una fotografía, un grabado o una
escultura, lo que sea… y esas sensaciones que transmite dicha obra va enmarcada
por cosas tan dispares como gustos, conocimientos artísticos, conocer el autor
o su explicación de dicha obra, de ahí
que cuando de mi opinión siempre será subjetiva y mía, llena de grandes lagunas
o errores pero quiero darla.
Don Francisco no ha querido dejar de participar una vez más
en el Proyecto Vívora, si en el anterior el huevo y las hormiga ya estuvieron
presentes, en este no iba a ser menos a modo de guiño con el pasado.
Esta vez su familia hijas y nietas (yo siempre vi el núcleo
femenino currando) han colaborado en llevar a buen puerto el pintado de un
mural tan grande, donde el artista tuvo que lidiar con escasez de ciertos tonos
de pintura al principio del Proyecto Víbora, a los cuales se adaptó, sabedor de
la dificultades diversas que un evento de estas dimensiones genera.
Una de las veces que tuve el gusto en hablan con el artista,
le hice saber que su mural me asombraba por ser uno de los más irreverentes del
Proyecto Víbora y se lo decía porque dada la multitud de gente joven que había pintado,
los cuales son por edad los que en teoría tienen aún la sangre hirviendo, por
lo cual debían ser los más atrevidos y resulta que alguien con un buen puñado
de años encima mostraba en un solo mural más detalles sexualmente provocadores que
casi todo el cauce. Eso sí, un rio lleno de reivindicaciones políticamente correctas,
bien vistas o socialmente aceptadas, pero en donde echaba de menos la
representación de uno de los instintos animales básicos que tiene todo ser
humano, el sexo. Lo cual el artista rechazo al no creer que su mural era
irreverente y ello es verdad ya que esa frase no identifica de ninguna manera
su obra, tal vez sería mejor haber usado la palabra “provocador”.
Personalmente veo una escena bucólica, de un picnic un tanto
sui géneris, donde la esencia femenina es mayoría, en su representación antropomórfica
de las palmeras, y de las dos mujeres, frente al único hombre que surge del
huevo para intenta tocar los dátiles que surgen de los pechos de la palmera a
modo de metáfora… en la parte baja del canalón se encuentra una mujer desnuda tumbada
bajo la sombra de las palmeras en uno de los tantos días calurosos que se da
por estas tierras, pero hemos de ver que bajo la palmera podemos encontrar los
frutos magníficos de esta tierra, sandias, granadas, vino, brevas, fresas y lo
que aparentan ser manzanas que por problemas de pintura dejaron de ser sandias
y cuyas frutas parecen tener un abridor mágico.
Mientra la otra mujer toca para endulzar la vida, mientras
su compañera se refresca del calor con una tajada de sandía.
Y si ya teníamos el huevo, como no iba a ver hormigas.
Extracto del artículo aparecido en Memoria Digital de Elche
escrito por Rafael McEvoy. “Si bien, las
hormigas fueron las protagonistas en 1991, ahora, aparecen de forma secundaria,
tímidas, como si fuesen las supervivientes de esa pintura efímera que las
crecidas del río y las inclemencias del tiempo terminaron por hacer
desaparecer.” “Las palmeras
personificadas con formas femeninas ofrecen de sus senos dátiles, como una
forma de amamantar al pueblo ilicitano con esta eterna fuente de vida. El huevo
es otra constante en la obra del pintor.”
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