Hace 23 años, el 26 de Abril de 1986, un desastre acontecía en Rusia, está lo oculto, pero el veneno radiactivo no entiende de secretos y voló miles de kilómetros, desatando la alarma en Suecia al día siguiente.
Mientras que en la Rusia profunda, la población vivía engañada de la realidad, el resto del mundo contenía la respiración, sin saber como terminaría la lotería de Chernobil.
Entonces yo tenia 24 años y seguí la noticia con expectación, pero nunca tuve plena conciencia de peligro hacia mi persona, ni de las consecuencias que tendría para siempre, así como su magnitud, difícilmente cuantificable desde la lejanía, aparentemente segura.
De hecho, la Comisión Europea, aun en hoy día, mantiene restricciones en ciertos alimentos de algunos estados, que recibieron la lluvia radiactiva y las cuales se deberán mantener aun durante muchos años.
Posteriormente, tras el accidente, una investigación descubrió un fallo en el diseño ruso de los reactores tipo RBMK, lo cual permitió corregirlos y evitar más chernobiles.
Tras el accidente se evacuaron más de 135.000 personas, con distinta celeridad de las localidades cercanas, con un gobierno totalitario, donde la sociedad no discutía solo obedecía, las evacuaciones fueron realizadas dentro del orden que puede existir en una situación extrema como aquella, pero que en otro tipo de gobierno y en una epoca como la actual, hubiera sido aun mas caotico, con carreteras colapsadas, tipo "tonto el ultimo que salga corriendo" o "apartese que disparo".
A pesar del accidente, el complejo nuclear siguió funcionando hasta el 15 de diciembre del 2000 en que fue apagado el ultimo reactor, gracias a un acuerdo internacional que sufraga los gastos a Ucrania, del mismo modo se a empezado a construir un nuevo sarcófago el 23 de septiembre de 2007, que finalizara a principios del 2012, dados los riesgos de colapso de la estructura del actual, se prevé que el nuevo, mantenga controlados los escapes de radiactividad durante al menos cien años más.
POR UNA VEZ, EL PROBLEMA DE UN PAIS SE HA CONVERTIDO EN EL PROBLEMA DEL MUNDO ENTERO.
“Año tras año se hace más difícil alcanzar estos pueblos y ciudades lejanas de Chernobyl; carreteras que se cubren de hierba y árboles que se caen y puentes que se derrumban…”
Dice Elena Filatova, al referirse a sus excursiones a las zonas muertas, donde la dificultad no es adentrarse en esos territorios con permisos, sino la propia naturaleza que inparable recupera día a día el terreno perdido.
Incluso en Ucrania, se piensa en crear un área protegida para la fauna en la zona de exclusión de la central, algo así como un Parque Natural.
Los seres humanos ocupamos prácticamente todos los ecosistemas existentes gracias a nuestra inteligencia no a nuestra capacidad de adaptación, los animales y las plantas sobreviven en la zona de exclusión con alteraciones producidas por la radiactividad, que lleva a trastornos diversos que nunca llegan a ser tan exagerados como en los relatos de ficción con seres de tres cabezas, simplemente se mueren en el peor de los casos, en general son animales que crecen y se reproducen en distintas zonas y en su trasiego, pasan por puntos con distintos grados de radioactividad que les influye y los convierten en inútiles para los seres humanos, lo que a llevado a algunos ecologistas radicales a decir que se debería dejar residuos radiactivos en las selvas del mundo para asi ahuyentar al depredador mayor: el Hombre.
Veintitrés años después del desastre nuclear, tengo la sensación de que al ocurrir los hechos en un lugar recóndito, lejano, en un país enclaustrado antes y pobre ahora, parece como si la cosa no fuera con nosotros, tal vez si hubiera ocurrido en Japón, USA, Francia, Alemania o cualquiera de los G-7, la cosa estoy seguro que no hubiera discurrido como lo esta haciendo actualmente Chernobyl.
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