Aunque no me gusta mucho “estilo fotográfico estático” es
decir, aquel en que uno se coloca en un sitio y espera que la acción pase por
delante de la cámara para capturarla, a veces he de reconocer que en ciertos
acontecimiento si tienes una posición privilegiada, lo lógico es que la
exprimas lo máximo posible, otras veces encuentras algo interesante y espera
hasta que pase algo por dentro de ese encuadre y lo llene de vida o sentido… en
fin eso es lo que me paso la otra noche del Lunes Santo cuando seguía el
retorno de la “Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Humildad y
Paciencia y Nuestra Señora de las Lagrimas” y aplicaba mi visión detectivesca a
pesar de ser “un cuatro ojos, capitán de los piojos” como me picaban en el cole
por llevar gafas, visión que no es otra cosa que intentar no estarse quieto
entorno a lo que buscas fotografiar e ir fijándose en cualquier detalle de este
como del fondo, las posturas corporales, nuevos ángulos o la luz que te envuelve,
etc. Lo cual me llevo a un golpe de suerte al ver ese cartel en la pared de un
restaurante y a su vez poder hacer una abstracción en la que visualice mentalmente
la inclusión de la palabra “virgen” con la imagen de la “Virgen” que estaba a
punto de asomarse por la esquina, de lo pensado a empezar a disparar paso poco
tiempo creo, busque un encuadre que me pareció bueno (seguro que había otros mejores)
y al momento estaba disparando a la Virgen que se empezaba a vislumbra, eso sí,
use distintos parámetros e intercambie los puntos de enfoque, unas veces al
cartel y otros a la Virgen, era cuestión de confiar que alguna de las diez o
doce fotos que dispare sirviera, ya pasado ese momento las visualice en la
pantalla pero sabía que hasta que no las viera en la pantalla grande del
ordenador no podría cantar victoria, no sería la primera vez que un momento
especial se me esfumara ante mis ojos.
A pesar de que algunos fotógrafos no quieran reconocer la suma
importancia del factor suerte, porque le resta habilidad al buen quehacer de un
fotógrafo, yo sin embargo desearía que me chorreara la suerte y me conocieran
como el suertudo, lo cual no me importaría
lo más mínimo.
Sin embargo entiendo que mi vecino puede tener suerte y
capturar una foto que de la vuelta al mundo cuando iba hacer unas fotitos de un
partido de su hijo y tuvo la suerte de que algo sucediera, el estuviera allí y
llevara la cámara. Pero eso nada más ocurre una vez en la vida, la mayoría de
las fotografías que tenemos la suerte de capturar en un momento especial, es
gracias a que solemos cargar con el muerto de la cámara siempre, que estamos
atentos a todo o a casi todo lo que nos rodea, de que conocemos nuestra cámara tanto
que casi parece una extensión de nuestro brazo y yo que sé cuantas cosas más
que nos hacen portadores de multitud de números de la “lotería fotográfica” y a
más numero, más fácil es que consigamos ese momento especial, seguramente que
desde casa y desde el ordenador es difícil tener suerte y conseguir esa foto
especial… o no.
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