Cara "A".
Una nube sombría lo envolvió todo. El frío de la noche helaba mis venas. Quise salir violentamente del horrible cementerio. Quise refugiarme en mi propio corazón, lleno no ha mucho de vida, de ilusiones, de deseo.
¡Santo cielo! También otro cementerio. Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Qué dice? Leamos. ¿Quién ha muerto en él? ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!
“La Tarde del Día de Difuntos” de Mariano José de Larra, uno de los escritores del Romanticismo.
Cara "B".
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