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lunes, 5 de marzo de 2018

LA GRIPE ESPAÑOLA, ESA GRAN DESCONOCIDA.

Dibujo realizado en Marzo del 2008 para un primer articulo que hice entorno a este tema.

Este año celebramos el centenario de una gran pandemia, la mal llamada Gripe Española, mi propósito es de que entendáis de que todo es cíclico, aunque en la naturaleza entre un fenómeno y otro, nunca hay una cantidad de tiempo estipulado, el paso del tiempo es relativo y las cosas se repiten cuando se dan las circunstancias y factores adecuados, pero no siempre, de ahí que a veces nos olvidemos, nos relajemos y olvidemos el pasado.
Ahora que hemos pasado por la Gripe Porcina, la Gripe Aviar y la Gripe A (ahora parece que todas las gripes son “A”), voy a dar una pincelada de lo que fue en su día y en su momento, la Gripe Española, producto único de aquel entonces, hoy en día sus resultados no serían tan devastadores como hace cien años, dados los avances sanitarios existentes en la actualidad, una mayor capacidad de respuesta y una serie de medicamentos como los antivirales que pueden plantar cara a estos virus en principio aunque sea a un alto precio, también es verdad que muchos serán los que caerán por el camino, sobre todo en países subdesarrollados o simplemente los más débiles y enfermos sean de donde sean, ya que cada año la gripe normal lo hace.
Pero antes de seguir quisiera aclarar tres términos básicos cuando hablamos de enfermedades que afectan a varios individuos y que a veces oímos pero no entendemos;
-         Endemia. Es una enfermedad infecciosa, habitual en una zona geográfica localizada y que afecta a un número considerable de individuos que residen en ella a lo largo de un tiempo largo y que no desaparece hasta que se eliminan o erradican las causas de su existencia.
-         Epidemia. Es también una enfermedad infecciosa contagiosa de rápida expansión, afectando a un mayor número de individuos de la esperada habitualmente dentro de una población determinada y en una zona geográfica determinada, pero con una duración limitada en el tiempo y es debida a diversas causas como estacionales, desastres naturales, malas condiciones de salud, vida e higiene.
-         Pandemia. Es una epidemia generalizada, es decir, una enfermedad infectocontagiosa que afecta a una mayor parte de la población y que es susceptible de expandirse sin control por varios países y más de un continente a la vez, teniendo todas las hasta ahora las producidas una duración en el tiempo limitado.

La gripe española, dejó una huella de devastación en la historia, aunque muchos la ignoren. El asesino microscópico dio la vuelta al mundo en cuatro meses. Entre 1918 y 1919 se cobró más de 25 millones de vidas.
La tasa de mortalidad de la pandemia no se conoce exactamente, pero se estima entre un 2,5% y un 5% de la población mundial de la Tierra de aquel tiempo y de ellas el 20% padeció la enfermedad.
La gripe mato entorno a 25 millones de personas en las primeras 25 semanas; cifras desorbitadas si las comparamos con el VIH que mató 25 millones en los primeros 25 años. De hecho las cifras no son exactas por la falta de datos en muchos países y algunas estimaciones más pesimistas calculan la cifra final de muertos en más de 50 millones.
Si bien, el país más devastado por esta epidemia fue la India, donde murieron 15 millones de los afectados, alcanzando la mortalidad, en algunas partes, al 20% de la población.
En Estados Unidos murieron 675.000 personas por causa de la gripe española —más víctimas que en la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, la guerra de Corea y la guerra de Vietnam juntas.
 Las compañías farmacéuticas trabajaban día y noche para encontrar una solución, pero el virus desapareció antes de que se pudiera siquiera aislarlo.
A pesar de su nombre, los investigadores creen que lo más probable es que la Gripe Española se haya originado en Estados Unidos. De hecho se sabe que uno de los primeros casos ocurrio a principios de marzo de 1918, en la base militar Fort Riley, Kansas.
La gripe parecía atacar a los militares y no a los civiles; debido a eso, el virus paso desapercibido para la población civil, en gran parte debido a otros hechos más candentes que estaban de actualidad, como la Ley Seca, el movimiento de las sufragistas y las sangrientas batallas en Europa.
En mayo de 1918, la gripe empezó a ceder en Estados Unidos. Pero los soldados de Fort Riley, ya listos para la batalla, incubaron y transportaron el virus durante su largo e incómodo viaje a Francia. Al pisar las playas francesas, el virus muto, extendiéndose y atacando con igual fuerza a las tropas aliadas que a las del Comando Central Aleman y Austrohungaro.
Las autopsias mostraban pulmones endurecidos, rojos y llenos de líquido. Al observarlo al microscopio, el tejido de un pulmón enfermo revelaba que los alvéolos, las células de los pulmones que usualmente están llenas de aire, se hallaban tan saturadas de líquido que las víctimas morían ahogadas.
Las enfermeras solían verles los pies antes que nada. Los que ya tenían los pies negros se consideraban desahuciados y eran apartados para dejarlos morir.
Lo más desconcertante fue que este virus atacaba principalmente a adultos sanos y fuertes. La gripe española cambió todos los patrones conocidos anteriormente.
Muchas de sus víctimas fueron adultos jóvenes y saludables, a diferencia de otras epidemias de gripe que afectan a niños, ancianos o personas debilitadas.
Las tasas de morbilidad y mortalidad más elevadas se observaron en la población adulta, especialmente en el grupo de 20-49 años, con una mayor mortalidad en varones.
Se piensa que  los grupos de mayor edad podrían haberse beneficiado de un efecto protector al haber estado expuestos a una importante epidemia gripal que tuvo lugar en el siglo anterior (1889-91).
Tras registrarse los primeros casos en Europa, al parecer en Francia, ésta pasó a España a principios de mayo, un país neutral en la guerra.
La Gripe Española, llamada algunas veces la "dama española", recibió este nombre equivocado debido, en parte, a la censura de guerra existente. Tanto las fuerzas aliadas como las del Comando Central habían sufrido grandes pérdidas por causa de la gripe, pero los partes de guerra restringían la información para que no llegara al enemigo, ya que podía utilizarla en su provecho. Sin embargo, los periódicos españoles, que no estaban censurados, pues era un país neutral, hablaban abiertamente de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias, de ahí que, pese a ser un problema internacional, se le diera este nombre, pues era el único país de la época que informaba de la gripe abiertamente, curiosamente los españoles presuponían que venía de fuera y pronto los madrileños la llamarían “El soldado de Napoles”.
España fue uno de los países más afectados con cerca de 8 millones de personas afectadas durante los meses de mayo y junio de 1918 y alrededor de 300.000 muertes (a pesar de que las cifras oficiales redujeron las víctimas a «sólo» 147.114) y esta información llegó a todos los periódicos del mundo y pronto, los nombres individuales dados en cada país o zona a la gripe, dejaron paso al sobrenombre de “Gripe Española” y con el, paso a la historia.
Pronto traspaso los campos de batalla de Europa, la enfermedad se propagó por el norte hasta Noruega, por el este hacia China, por el sudeste hasta la India y, por el sur, hasta Nueva Zelanda. Ni siquiera los habitantes de las islas permanecían inmunes. De polizón en buques de guerra, en navíos de la marina mercante y en trenes, el virus viajó a cualquier confín del mundo. En poco tiempo dio el salto de epidemia a Pandemia.
En el verano de 1918, ya había asolado al Caribe, Filipinas y Hawai. La gripe hizo estragos en Puerto Rico pero, asombrosamente, apenas tocó la zona del Canal de Panamá, la encrucijada del mundo en esa época.
En apenas cuatro meses, el virus había dado la vuelta al mundo y regresado a las playas de Estados Unidos.
La segunda y la tercera ola de la Gripe Española arremetieron contra Estados Unidos en los meses de invierno. En esta oportunidad, los civiles no permanecieron a salvo. Los pueblos indígenas del país, sufrieron con mayor virulencia la enfermedad, tribus y pueblos de Alaska fueron diezmados.
En muchas ciudades, abrumadas por el número de cadáveres, se agotaron los ataúdes.
Crosby en su libro, describe hasta qué punto estaban sobrecargadas de trabajo las empresas funerarias:
“En algunos casos, los muertos se dejaban en la casa durante varios días. Las funerarias privadas estaban abrumadas, y algunas se aprovechaban de la situación subiendo los precios hasta un 600%. Se presentaron quejas de que los empleados de los cementerios cobraban 15 dólares por los entierros y hacían que los familiares mismos cavaran las tumbas para sus muertos.”
La vida quedó en suspenso. En Boston, el gobierno cerró las escuelas públicas, los bares y otros espacios públicos. Los policías de Chicago tenían órdenes de detener a todo aquél que estornudara o tosiera en público.
Si a esto añadimos que los servicios médicos de muchas ciudades ya estaban sobrecargados por la guerra. Por ejemplo, una tercera parte de los médicos de Nashville estaba fuera del país atendiendo a militares cuando llegó la gripe española. Las enfermeras se convirtieron en un recurso invalorable, ya que los médicos que quedaban estaban abrumados y, en muchos casos también caían enfermos.
Las enfermeras acudían a los domicilios, encontrándose con escenas parecidas a las de los años de la peste, del siglo XIV.... “Una enfermera encontró al esposo muerto en la misma habitación donde yacía su esposa con mellizos recién nacidos. Habían transcurrido 24 horas desde la muerte y los nacimientos, y la esposa no había comido nada, excepto una manzana que por casualidad estaba al alcance de su mano.”
En 1918, los investigadores médicos carecían de recursos para identificar el origen de la gripe, con lo cual era imposible el hallazgo de vacunas efectivas. Si a eso le unimos el hecho de que la penicilina no se descubrió hasta 1928, muchos de los pacientes que superaban la gripe morían más tarde debido a las infecciones secundarias, como neumonía bacteriana.

El Soldado de Nápoles (metáfora de la gripe española en España). Artista: Lorenzo Aguirre. Fuente: El Fígaro, 25 de sept. de 1918.

Hoy en día se teoriza con una hypercitoquinemia, o “tormenta de citoquinas”, como el factor responsable por el altísimo índice de mortalidad del virus.
Durante una “tormenta de citoquinas” se produce una retroalimentación positiva repetitiva (en castellano: una respuesta en sentido directo a un estímulo que se repite una y otra vez) a causa de la presencia del subtipo H1N1. Como resultado las citoquinas envían a los macrófagos y las células-T (mecanismos de defensa contra patógenos) a dirigirse en sentido del estímulo. Lo cual conlleva a que los mismos anticuerpos que generas ataquen al cuerpo que los produce, llevándolo a la muerte.
Hay quien considera a estos mecanismos de mortandad masiva (millones de individuos) a una respuesta del ecosistema global para regular nuestra galopante demografía.
El rol de “controlador de población” me cuesta cuadrarlo dentro del plano de la selección natural. Quizás aplicando el concepto de “selección conjunto” que proponen los teóricos del caos, es decir, varios factores de distintos órdenes combinados e interactuando “mutuamente” dan un resultado equilibrado por el caos. Es decir, la más patógena, en teoría Gripe Aviar, fue contenida a tiempo, tal vez los factores colaterales presentes lo determinaron, el resultado fue que prevaleció el orden, sin embargo, en 1918 un virus virulento, junto a factores tan diversos como una guerra mundial, la falta de antibióticos y una ciencia en pañales…provocaron el caos.
Vamos a traspasar algunas ideas a nuestros días sobre esta y futuras pandemias parecidas.
Si trasladamos la mortalidad de entonces calculada entre 2’5 y el 5 % de la población a la existente actualmente en el 2017 que es de casi siete mil quinientos millones de seres humanos y le aplicamos solo un 3% nos sale la escalofriante cifra de 225 millones de muertos si ocurriera otra pandemia de este tipo y aplicando el cálculo que afectaría al 20 % de la población como ocurrió con la Gripe Española, es decir, la gente que padecería la enfermedad pero que sobreviria a esta,  lo cual, nos daría una cifra de afectados en torno a los 1500 millones en distinto grado y secuelas, los cuales tendrian distintas demandas sanitarias por contraer la enfermedad y ser atendidos por las posibles complicaciones que tuvieran.
Dependiendo la duración de la pandemia y su intensidad, podría producirse  un colapso del sistema sanitario en diversos países e incluso a nivel mundial, lo cual llevaría a una bajada de la esperanza de vida significativa, al no poderse tratar otras enfermedades con solución, por falta de personal y recursos sanitarios o la carestía de ciertos productos alimenticios u energéticos, ya que suprimirían clases, faltaría mucha gente a sus trabajos, bien por miedo, bien por enfermar, bien por morir, lo cual llevaría a un desajuste de todo el sistema en distintos grados imposible de anticipar.
Si bien es verdad, que ese sería un panorama desolador exagerado y fácil de anticipar ya que nos gusta ser grandilocuentes, pero la realidad sería seguramente otra, pues cualquier tipo de las gripes que apareciera, tendría que ser una cepa muy diferente a las que le han precedido, para provocar una pandemia, ya que actualmente, gracias a la vacunación y a la inmunización natural de la población mundial al ser expuesta a las distintas variedades de cepas a lo largo de estos tiempos, existe una mayor memoria inmunologica frente a lo que ocurrió en 1918 y 1919, en el que existía núcleos de población que no habían sido afectados anteriormente por esa variedad de gripe, si a ello le unes la existencia de antibióticos y otros avances médicos que ayudarían a que las complicaciones de la enfermedad no siempre fueran letales, ya que recordar que cuando ocurrió la pandemia de la Gripe Española la mayoría se moría por complicaciones secundarias a la gripe y en aquella época la medicina estaba en una fase embrionaria contra la lucha vírica y apenas se pudo hacer nada.
También es verdad el grado de decesos variara mucho de unos países a otros, según tengan de desarrollado su sistema sanitario y dentro de cada uno, influirá la lejanía o proximidad de la población a estos o simplemente el poder adquisitivo de cada individuo en su acceso a una atención mejor o no, aunque al final caerán ricos y pobres, pero más de los segundos como siempre.
Actualmente se investiga para conseguir en lugar de una vacuna específica a las cepas que existen en ese momento, una vacuna única y total contra cualquier tipo de cepa, de hecho dos equipos de investigadores ya han empezado sus pruebas con animales.
Pero en ciencia eso solo significa un primer paso, al menos habrá que esperar tres años de pruebas para saber de qué modo funciona con animales, si lo resultados son buenos se iniciara los ensayos clínicos con seres humanos, que no reaccionamos igual que los animales y ello tardara años.
Otras voces nos alerta que con el cambio climático, muchas zonas que han retenido congelados microorganismo de todo tipo y algunos patógenos, pueden salir a la luz con el aumento de temperatura y el deshielo de cierta zonas, que no tienen por qué ser los polos, existen capas heladas de la tundra siberiana, conocidas como 'permafrost', alejados de la luz y del oxígeno que ya están sufriendo el aumento de temperatura global, solo tiene que haber una conjunción de factores que reanimen algo que ya estaba extinto y no conocíamos.
De hecho con el deshielo se está encontrando se han encontrado tantos virus de todo tipo que no da tiempo ni a ponerles nombre… a esto le unimos que los dos únicos Centros de Prevención de Enfermedades (CDC) autorizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) están en Estados Unidos y en Rusia, este último sin controles independientes, le podemos sumar la existencias de otros laboratorios ocultos en otros países, donde se guardan, estudian y alteran, multitud de enfermedades peligrosas, lo cual hace que exista la probabilidad de un “bioerror” de consecuencias impredecibles.




 Con el centenario nos llega un interesante libro sobre este tema:
El Jinete Palido” de la escritora y periodista especializada en ciencia Laura Spinney, la cual recupera la historia de una pandemia que figura en nuestros libros de historia como una simple anécdota que apenas ocupa unas líneas, ella nos mostrara hasta qué punto contribuyó a cambiar la historia del mundo.



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