Dibujo realizado en Marzo del 2008 para un primer articulo que hice entorno a este tema.
Este año celebramos el
centenario de una gran pandemia, la mal llamada Gripe Española, mi propósito es
de que entendáis de que todo es cíclico, aunque en la naturaleza entre un
fenómeno y otro, nunca hay una cantidad de tiempo estipulado, el paso del tiempo
es relativo y las cosas se repiten cuando se dan las circunstancias y factores
adecuados, pero no siempre, de ahí que a veces nos olvidemos, nos relajemos y
olvidemos el pasado.
Ahora que hemos pasado
por la Gripe Porcina, la Gripe Aviar y la Gripe A (ahora parece que todas las
gripes son “A”), voy a dar una pincelada de lo que fue en su día y en su
momento, la Gripe Española, producto único de aquel entonces, hoy en día sus
resultados no serían tan devastadores como hace cien años, dados los avances
sanitarios existentes en la actualidad, una mayor capacidad de respuesta y una
serie de medicamentos como los antivirales que pueden plantar cara a estos
virus en principio aunque sea a un alto precio, también es verdad que muchos
serán los que caerán por el camino, sobre todo en países subdesarrollados o
simplemente los más débiles y enfermos sean de donde sean, ya que cada año la
gripe normal lo hace.
Pero antes de seguir
quisiera aclarar tres términos básicos cuando hablamos de enfermedades que
afectan a varios individuos y que a veces oímos pero no entendemos;
-
Endemia. Es una enfermedad infecciosa, habitual en una zona geográfica
localizada y que afecta a un número considerable de individuos que residen en
ella a lo largo de un tiempo largo y que no desaparece hasta que se eliminan o
erradican las causas de su existencia.
-
Epidemia. Es también una enfermedad infecciosa contagiosa de rápida
expansión, afectando a un mayor número de individuos de la esperada habitualmente
dentro de una población determinada y en una zona geográfica determinada, pero con
una duración limitada en el tiempo y es debida a diversas causas como
estacionales, desastres naturales, malas condiciones de salud, vida e higiene.
-
Pandemia. Es una epidemia generalizada, es decir, una enfermedad
infectocontagiosa que afecta a una mayor parte de la población y que es
susceptible de expandirse sin control por varios países y más de un continente a
la vez, teniendo todas las hasta ahora las producidas una duración en el tiempo
limitado.
La
gripe española, dejó una huella de devastación en la historia, aunque muchos la
ignoren. El asesino microscópico dio la vuelta al mundo en cuatro meses. Entre
1918 y 1919 se cobró más de 25 millones de vidas.
La
tasa de mortalidad de la pandemia no se conoce exactamente, pero se estima
entre un 2,5% y un 5% de la población mundial de la Tierra de aquel tiempo y de
ellas el 20% padeció la enfermedad.
La
gripe mato entorno a 25 millones de personas en las primeras 25 semanas; cifras
desorbitadas si las comparamos con el VIH que mató 25 millones en los primeros
25 años. De hecho las cifras no son exactas por la falta de datos en muchos
países y algunas estimaciones más pesimistas calculan la cifra final de muertos
en más de 50 millones.
Si
bien, el país más devastado por esta epidemia fue la India, donde murieron 15
millones de los afectados, alcanzando la mortalidad, en algunas partes, al 20%
de la población.
En
Estados Unidos murieron 675.000 personas por causa de la gripe española —más
víctimas que en la Primera
y la Segunda Guerras
Mundiales, la guerra de Corea y la guerra de Vietnam juntas.
Las compañías farmacéuticas trabajaban día y
noche para encontrar una solución, pero el virus desapareció antes de que se
pudiera siquiera aislarlo.
A
pesar de su nombre, los investigadores creen que lo más probable es que la Gripe
Española se haya originado en Estados Unidos. De hecho se sabe que uno de los
primeros casos ocurrio a principios de marzo de 1918, en la base militar Fort
Riley, Kansas.
La
gripe parecía atacar a los militares y no a los civiles; debido a eso, el virus
paso desapercibido para la población civil, en gran parte debido a otros hechos
más candentes que estaban de actualidad, como la Ley Seca, el movimiento
de las sufragistas y las sangrientas batallas en Europa.
En
mayo de 1918, la gripe empezó a ceder en Estados Unidos. Pero los soldados de
Fort Riley, ya listos para la batalla, incubaron y transportaron el virus
durante su largo e incómodo viaje a Francia. Al pisar las playas francesas, el
virus muto, extendiéndose y atacando con igual fuerza a las tropas aliadas que
a las del Comando Central Aleman y Austrohungaro.
Las
autopsias mostraban pulmones endurecidos, rojos y llenos de líquido. Al
observarlo al microscopio, el tejido de un pulmón enfermo revelaba que los
alvéolos, las células de los pulmones que usualmente están llenas de aire, se
hallaban tan saturadas de líquido que las víctimas morían ahogadas.
Las
enfermeras solían verles los pies antes que nada. Los que ya tenían los pies
negros se consideraban desahuciados y eran apartados para dejarlos morir.
Lo
más desconcertante fue que este virus atacaba principalmente a adultos sanos y
fuertes. La gripe española cambió todos los patrones conocidos anteriormente.
Muchas
de sus víctimas fueron adultos jóvenes y saludables, a diferencia de otras
epidemias de gripe que afectan a niños, ancianos o personas debilitadas.
Las
tasas de morbilidad y mortalidad más elevadas se observaron en la población
adulta, especialmente en el grupo de 20-49 años, con una mayor mortalidad en
varones.
Se
piensa que los grupos de mayor edad
podrían haberse beneficiado de un efecto protector al haber estado expuestos a
una importante epidemia gripal que tuvo lugar en el siglo anterior (1889-91).
Tras
registrarse los primeros casos en Europa, al parecer en Francia, ésta pasó a
España a principios de mayo, un país neutral en la guerra.
La Gripe
Española, llamada algunas veces la "dama española", recibió este
nombre equivocado debido, en parte, a la censura de guerra existente. Tanto las
fuerzas aliadas como las del Comando Central habían sufrido grandes pérdidas
por causa de la gripe, pero los partes de guerra restringían la información
para que no llegara al enemigo, ya que podía utilizarla en su provecho. Sin
embargo, los periódicos españoles, que no estaban censurados, pues era un país
neutral, hablaban abiertamente de los informes sobre la enfermedad y sus
consecuencias, de ahí que, pese a ser un problema internacional, se le diera
este nombre, pues era el único país de la época que informaba de la gripe
abiertamente, curiosamente los españoles presuponían que venía de fuera y pronto
los madrileños la llamarían “El soldado de Napoles”.
España
fue uno de los países más afectados con cerca de 8 millones de personas
afectadas durante los meses de mayo y junio de 1918 y alrededor de 300.000
muertes (a pesar de que las cifras oficiales redujeron las víctimas a «sólo»
147.114) y esta información llegó a todos los periódicos del mundo y pronto,
los nombres individuales dados en cada país o zona a la gripe, dejaron paso al
sobrenombre de “Gripe Española” y con el, paso a la historia.
Pronto
traspaso los campos de batalla de Europa, la enfermedad se propagó por el norte
hasta Noruega, por el este hacia China, por el sudeste hasta la India y, por el sur, hasta
Nueva Zelanda. Ni siquiera los habitantes de las islas permanecían inmunes. De
polizón en buques de guerra, en navíos de la marina mercante y en trenes, el
virus viajó a cualquier confín del mundo. En poco tiempo dio el salto de
epidemia a Pandemia.
En
el verano de 1918, ya había asolado al Caribe, Filipinas y Hawai. La gripe hizo
estragos en Puerto Rico pero, asombrosamente, apenas tocó la zona del Canal de
Panamá, la encrucijada del mundo en esa época.
En
apenas cuatro meses, el virus había dado la vuelta al mundo y regresado a las
playas de Estados Unidos.
La
segunda y la tercera ola de la Gripe Española arremetieron contra Estados
Unidos en los meses de invierno. En esta oportunidad, los civiles no
permanecieron a salvo. Los pueblos indígenas del país, sufrieron con mayor
virulencia la enfermedad, tribus y pueblos de Alaska fueron diezmados.
En
muchas ciudades, abrumadas por el número de cadáveres, se agotaron los ataúdes.
Crosby
en su libro, describe hasta qué punto estaban sobrecargadas de trabajo las
empresas funerarias:
“En
algunos casos, los muertos se dejaban en la casa durante varios días. Las
funerarias privadas estaban abrumadas, y algunas se aprovechaban de la
situación subiendo los precios hasta un 600%. Se presentaron quejas de que los
empleados de los cementerios cobraban 15 dólares por los entierros y hacían que
los familiares mismos cavaran las tumbas para sus muertos.”
La
vida quedó en suspenso. En Boston, el gobierno cerró las escuelas públicas, los
bares y otros espacios públicos. Los policías de Chicago tenían órdenes de
detener a todo aquél que estornudara o tosiera en público.
Si
a esto añadimos que los servicios médicos de muchas ciudades ya estaban
sobrecargados por la guerra. Por ejemplo, una tercera parte de los médicos de
Nashville estaba fuera del país atendiendo a militares cuando llegó la gripe
española. Las enfermeras se convirtieron en un recurso invalorable, ya que los
médicos que quedaban estaban abrumados y, en muchos casos también caían
enfermos.
Las
enfermeras acudían a los domicilios, encontrándose con escenas parecidas a las
de los años de la peste, del siglo XIV.... “Una enfermera encontró al esposo
muerto en la misma habitación donde yacía su esposa con mellizos recién
nacidos. Habían transcurrido 24 horas desde la muerte y los nacimientos, y la
esposa no había comido nada, excepto una manzana que por casualidad estaba al
alcance de su mano.”
En
1918, los investigadores médicos carecían de recursos para identificar el
origen de la gripe, con lo cual era imposible el hallazgo de vacunas efectivas.
Si a eso le unimos el hecho de que la penicilina no se descubrió hasta 1928, muchos
de los pacientes que superaban la gripe morían más tarde debido a las
infecciones secundarias, como neumonía bacteriana.
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