Aqui podeis ver unas cuantas tomas más de aquella noche, como esta en que opte por el encuadre vertical para que no saliera la isla Tabarca. Como lo prometido es deuda paso a poneros el largo relato sobre la anécdota de aquella noche fotográfica.
"En una de esas pocas veces que nos quedamos en el campo a
dormir, era sábado 13 de Julio del 2013, decidí aprovechar para hacer alguna
foto de peluches que tenía en mente: Por un lado la ardilla de Ice Glace con su
bellota y por otro a una tortuga, pero dándole prioridad a esta última que fue
a la postre, la única fotografiada.
Para ello compre como atrezo, 12 huevos de codorniz, ya que
la idea era simular un desove con la creación de un hoyo en la playa donde
colocaría los huevos que la tortuga los acababa de poner, aunque por el tamaño
de esta también pudiera algún espectador pensar que acababa casi de salir del
huevo, aunque para esa realidad tendría
que haber comprado huevos de avestruz con el fin de mantener la
proporcionalidad.
Bueno, que me enrollo, a lo que íbamos, a eso de las doce
menos cuarto salí del campo, allí siempre se cena tarde, cargado con mi mochila
en la espalda, el trípode por un hombro atravesado y la bolsa de la cámara por
el otro hombro atravesada y una bolsa atada a la riñonera de la cintura con dos
botellas de medio litro congeladas, una de agua y la otra de refresco Zero.
Andando atravesé la pinada de la Marina, saliendo a la playa
al cabo de unos quince minutos, por el camino había intuido o vislumbrados
arboles atractivos para tomas con la ardilla pero eso sería a la vuelta, cosa
que no se cumplió.
Al llegar el mar que estaba algo movidito, cosa bastante
normal, ya que en una playatan abierta
como la de la Marina es raro encontrarte con el mar en calma. Y tras andar por
su orilla unos doscientos metro decido que ese lugar estaba bien, la luna que
esa noche iluminaria solo un 20 % de su capacidad, estaba fuera de la vista, por
lo que había bastante oscuridad, cojo el frontal y lo enciendo, poniéndome a
trabajar a mitad de camino entre el mar y el principio de las dunas, para así
poder fotografiarlo cómodamente desde cualquier lado el nido de huevos.
Realizo el hoyo sin ser exagerado, ya que la tortuga no es
una excavadora y situó los huevos de forma irregular, dejando en la parte que
mira al mar una pendiente a modo de entrada y salida para la tortuga e intento
con los dedos dejar un rastro por la arena desde el mar hasta el hoyo como si
lo hubiera creado esta.
Es hora de colocar la tortuga e intento ocultar la etiqueta,
ya que no puedo cortarla pues es prestada, pero aun así tengo la sensación de
estar viendo un monigote tirado sobre la arena y eso es algo que ya he
descubierto en anteriores sesiones de peluchos nocturnos, para lo cual hecho
mano de una solución antigua como los primeras pelis de animación y que no es
otra que un alambre forrado de plástico verde para que sea más disimulado,
llevo dos cachos, cojo el más pequeño de unos 50 o 70 cm, con el hago un círculo
del que sale un alambre que vuelve sobre sí mismo, para mantener la cabeza
erguida de la tortuga, luego saco por un lateral otro alambre que servirá para
alzar una aleta de la tortuga y no esté apoyada sobre la arena, tras un rato de
trabajos manuales con varios ensayos de prueba y error quedo bastante satisfecho,
si alguna porción de alambre se viera puedo clonarlo si molestara al editar la
foto, si quiero.
Saco una linterna de los chinos con forma de gato y muchos
leds en la barriga y tras varias pruebas creó un montículo fuera de posibles
encuadres y planto la linterna encendida, para resaltar la textura de la arena,
es el momento de montar el trípode…
Y estando en ello, es cuando oigo una voz, pero con las olas
no entiendo nada y avanzo hacia la persona que intuyo camina hacia mí con un
frontal de luz, el caso es que el hombre, porque no era joven, al verme cerca
dice:
- Buenas Noches, venía
a ver si tenía un cigarrillo, pues a mi compañero de pesca tras cenar le había
apetecido uno.
- Lo siento – contesto - lo deje hace cuatro años.
Entonces el hombre a modo de explicación de porque se había
cercado me cuenta que el lleva quince años sin probarlo.
- Siento no poder ayudarlo – le digo, mientras el hombre
parece estar absorto en lo que hay detrás mío y contesta.
- Usted no está pescando – lo cual no se si catalogarlo como
afirmación o como una pregunta, pero salta a la vista, cuando te adaptas a la
oscuridad, que por allí no hay ninguna
caña y lo que tengo en la mano no lo es.
– No estoy pescando,
estoy haciendo fotografía nocturna.
- A mí también me gusta la fotografía pero con tan poco luz,
¿Sacaras algo?.
- No hay problema, por eso uso trípode. Aunque le parezca
una tontería estoy realizando fotos a un peluche de tortuga como si acabara de
poner los huevos en la arena – y añado – ya sabe que en fotografía es difícil
de inventar algo nuevo y yo lo intento.
- Donde esta – y se dirige hacia la luz del montículo.
- Espere, pase por aquí, si no me va a pisar el rastro que
he creado como si la tortuga hubiera salido del mar – y lo dirijo hacia el nido
de huevos, mientras lo ilumino con la linterna potente que llevo en la mano
para que lo vea.
El hombre se agacha y pierde un tiempo en mirarlo, tras lo
cual cruzamos dos tres frases intranscendentales y se va.
Según mi cuñado, el compañero lo había mandado para ver
quién era ese que había aparecido con tanta lucecita, haber si era un
contrabandista y lo del cigarrillo era la excusa perfecta.
Pero sigamos con la historia, yo sigo con lo mío, olvidando la
visita y al cabo de media hora o una hora, a veces el tiempo pasa volando, me
vuelve aparecer el hombre cargado con una réflex Canon 1000 D que la tenía en
el coche, para ver si podía hacerle una foto a la tortuga, que si mi cámara es
mejor, que si es una afición cara, etc. El hombre con su flash incorporado le
hace dos fotos y yo tras verlas en la pantalla, le aconsejo otros encuadres, que dispara y se
va, la mar de contento, mientras que un servidor sigue con su particular sesión
fotográfica e incluso pienso que no estoy tan mal de la azotea, porque a este hombre
le ha gustado lo que ha visto.
Foto tras foto, volvía al campo pasadas las tres de la
madrugada, donde mi media naranja me esperaba leyendo, le conté la anécdota y
nos acostamos.
Al día siguiente durante
el desayuno, mi cuñado al narrarle la historia, muerto de risa, me dice que estoy muy equivocado en las
conclusiones sacadas, que lo que paso fue simplemente que el hombre tras volver con su
compañero pescador y contarle lo que había visto, sufrió las mofas de este, que
no se lo creía, así que cogió y se fue a casa a por la cámara, ya que si la
hubiera tenido en el coche no hubiera tardado tanto y es que el hombre pensó
que aquello nadie se lo creería a no ser que llevara una foto como prueba….
Y vosotros que pensáis."
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