662. PORTADAS, MARTES 17 MARZO 2020.
Europa suspende el Tratado de Schengen, se acabó la libre circulación de personas, restableciendo controles aduaneros entre los países de la UE y prohibiendo la entrada a los no comunitarios.
Galicia y el País Vasco deciden suspender las elecciones.
El cierre de la gran industria y muchos Pymes conlleva cifras astronómicas de perdidas, por lo que el Gobierno anunciaría hoy las medidas que aplicaría para minimizar el impacto del E. A. en las empresas y los trabajadores.
Casi todos los periódicos aportan imágenes de la Operación Balmis donde el ejército, con la UME al frente y enfundados en monos de la policía cientifica, desinfectan zonas públicas, algo que nos recuerda a imágenes de China.
España somos el segundo país del mundo tras Italia en la progresión del Covid19. La Vanguardia nos lo recuerda con su marcador amarillo chillón que ya alcanza los diez mil contagiados y casi cuatrocientos muertos.
Ya nos avisan los medios que el Estado de Alarma, E.A., durara más de los 15 días anunciados.
La Razón lleva en su portada a la Presidenta de la Comunidad de Madrid Díaz Ayuso, en una entrevista donde ella se pone medallas mientras critica a los demás, Sánchez, por hacerlo mal y es capaz sin ser experta o no tener buenos expertos que la asesoren de decir: “Estimamos que la curva de los contagios decaiga en un mes” o era demasiado optimista o no sabía que esta pandemia iba a batir los records de cualquier anterior plaga, tanto en tiempo, contagiados, fallecidos y repercusiones económicas.
El Rey y el emérito aún tienen hueco en las portadas de varios periódicos como noticia de relleno y no como algo que de verdad importe a la gente de la calle, salvo para un chiste o chascarrillo.
A partir de ahora tendremos que ver, leer y oír historias desagradables producidas por la pandemia y también veremos mucho protagonismo por cierto número de personal sanitario … este comentario viene a cuento del encabezamiento puesto encima del nombre del diario El Mundo titulado DIARIO DE UN INTENSIVISTA “Si alguien muere en mi guardia, le voy a coger la mano”, algo que en la realidad no se produce, porque la muerte no es algo que en una UCI se prevea y se tenga a veces tiempo de consolar, aun menos el intensivista.
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