La carretilla se ve que choco con mi pantalón en el momento justo que se iniciaba una fase y mirando hacia la pierna, atravesando el chorro ardiente el vaquero y el pantalón que llevaba debajo, notando enseguida un dolor que se convirtió inmediatamente en escozor, así que supuse que tendría una quemadura superficial (si no duelen es cuando son profundas) como comprobé al llegar a casa.
El año pasado fue la primera vez que sufrí el envite
ardiente de una carretilla y es que
hasta entonces estos artefactos voladores pirotécnicos habían golpeado
como piedras en mi cabeza y cuerpo sin consecuencias, salvo la del golpe, sin
embargo tras la quemadura y su lenta cura, decidí poner más medios preventivos,
comprándome un mono, lo malo es que al dejar su compra para última hora, como
siempre, no encontré ninguno mono ignifugo, ya que eran bajo pedido y tuve que
comprar uno cuya composición contenía poliéster (material algo inflamable), de
ahí que al poco de empezar las carretillas y notar como se abrasaban los
camales del pantalón del mono, decidiera este 2016 llevar una política fotográfica más
desde la distancia, salvo incursiones esporádicas a la zona de guerra, porque a
veces uno se deja llevar por emociones que no entienden de lógica ni de
peligros.
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