El Alicante del pasado, presente y futuro, siempre tiene un hueco en este vuestro blog.
martes, 31 de agosto de 2010
HAY UN PIRÓMANO SUELTO EN GUARDAMAR.
Dibujo vectorial con la pinada de La Marina al fondo, donde se hace alusión ala mano asesina de los pirómanos.
HAY UN PIRÓMANO SUELTO EN GUARDAMAR DEL SEGURA.
Espero y deseo que mi cuñado tenga razón y el pirómano sea un turista, ya que solo queda unos días para acabar el mes y esperemos que no le de tiempo a prender Roma antes de irse.
Si anteriormente ya se había producido varios incendios por Guardamar del Segura, el sábado 28 fue la confirmación de que hay una mano negra (o roja) detrás de estos, nada más declararse sofocado el fuego de la mañana, aparece otro a solo 2 kilómetros de distancia… ¿Uuhhh? Demasiadas casualidades.
Últimamente aparte de brigadistas o voluntarios aburridos que deciden darse trabajo quemando un poco de bosque, ha aparecido la figura del “abuelo aburrido” que con más de sesenta años y debido a la crisis, se aburre al no poder mirar como trabajan los albañiles abriendo zanjas o levantando pisos. Ante este panorama desolador de tranquilidad que mejor solución, que ver el ir y venir de los helicópteros, los airtractors, junto con un montón de gente que se juega la vida, si señores, se la juegan y por cuatro duros (o euros).
Lo triste del tema es que el fuego es una droga dura, tan potente como la heroína, que cuando uno la ha probado, nunca la olvida, siempre tiene que luchar por no caer en la tentación, lo mismo ocurre con el pirómano, nunca, jamás estará rehabilitado, él es consciente de que su acción (provocar incendios) es mala y dañina, a veces es ingenuo con el alcance de sus acciones y las consecuencias de estas, pero su solo pensamiento les excita, la contemplación de las llamas les lleva al éxtasis y eso, sin contar con el después, el pasear por los paramos desolados y abrasados les emociona en lo más hondo de su ser.
Ante esto, no hay solución medicamentosa, ni psicológica que valga, solo el castigo puro y duro, no se les puede cambiar, solo queda hacerles pagar de una manera ínfima lo que hicieron, ya que nunca se podrá resarcir el daño causado a una superficie arbórea quemada, aunque solo sea de un metro cuadrado.
Sin embargo, vivimos en una sociedad civilizada (blanda) y aunque en muchos puntos y lugares rurales o no, las fuerzas del orden (y los vecinos) saben el nombre y los apellidos del pirómano, no pueden hacer nada.
Los pirómanos a lo largo de su vida, más seguidos o más espaciados en el tiempo sus actos los delatan, son repetitivos, ellos siempre están cerca de la escena del crimen, pero por desgracia o por suerte vivimos en un país desarrollado, casi todo el mundo tiene algo de conciencia ecológica y saben el perjuicio que se ocasiona al ecosistema con los incendios forestales, menos unos cuantos, en el amazonas (por poner un ejemplo) es al revés, esta mentalidad ecologista la tiene una minoría ínfima, los árboles crecen como setas y lo cubren todo, que mal hace unos cuantos quemados.
En nuestro mundo europeo, todos tienen derechos y los delincuentes profesionales* más que el ciudadano de a pie, solo se les puede hacer algo si les pillan con las manos en la masa y ojo, que no tengan un buen abogado que seguramente se salvaran de la quema.
* El que incendia repetidamente y adrede es un profesional, como el ladrón reincidente.
El pasado 13 de Agosto el diario Información publicaba un artículo de Pérez Gil, donde la realidad parece pura ficción y del que os pongo varios fragmentos:
“El pirómano… de Las Encebras ha reaparecido tras dos veranos de "tregua"… hasta la fecha nunca… ha podido ser detenido. Y ello a pesar de que Guardia Civil y Policía Local creen saber de quien se trata… para poder arrestarlo… tendrían que sorprenderlo in situ… el fuego de ayer… el modo de operar como la zona elegida llevan su "firma"… desde 1990 los parajes… a sufrir una media de cinco fuegos intencionados… entre… junio y septiembre… empleando el mismo "ritual"…. han pasado 20 años y el pirómano de Las Encebras sigue quemando los montes de Pinoso y de Monóvar.”
SIN PALABRAS, SOBRAN…
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