domingo, 4 de octubre de 2009

IMPRUDENCIAS PATERNALES.

El pasado domingo 20 de septiembre acababa de parar la lluvia, pero el cielo seguía amenazando con descargar más agua si se le daban alguna excusa meteorológica.
Mientras el barranco del Juncaret vomitaba agua sobre la playa de la albufereta, de una forma llamativa para los de aquí, pero sin excesos aparentes.




En previsión de oleadas de mayor caudal, (dependiendo de si llueve mucho en la cabecera del barranco o no, puede darse el fenómeno de haber una imprevista y fuerte subida del nivel de las aguas en la desembocadura, aunque en el tramo final no llueva) los bomberos habían colocado vallas protectoras en los laterales del nuevo paseo de la playa para evitar acercamientos imprudentes.
No paso mucho tiempo sin que la aparente inofensiva corriente de agua subiera un poco y tumbara una valla.








Yo no soy el mejor padre, tal vez mi mujer si sea de las mejores madres del mundo, pero hasta un servidor, no hubiera permitido que sus hijos fueran tan imprudentes como arrimarse a un borde de arena que da a aguas turbulentas.
Un resbalón o el derrumbe del borde de arena donde están los chiquillos los hubiera llevado a casi un metro de profundidad (mínimo) de unas aguas revueltas, con fuertes corrientes, fangosa y un fondo de rocas.




Las botellas de plástico y otros objetos flotantes bajan por el barranco, para quedar atrapados en la corriente circular que se crea debajo del salto de agua, que las retiene zarandeándolas sin compasión y dejando escapar alguna de vez en cuando para que siga su camino mar adentro.

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