INAUGURACIÓN DEL CASINO MEDITERRÁNEO.

Ayer baje al centro y cuando volvía casa, a esos de las 13’15 h., pase por el puerto y al ver barullo de gente, recordé que desayunando había leído algo sobre que hoy a la una del mediodía se inauguraba el “Casino Mediterráneo”, con la presencia de ilustres invitados (algunos no tanto, seguro), autoridades y de la alcaldesa incluida, a pesar del rechazo generalizado a la ornamentación de la fachada.

Pienso que podría haber declinado, rehusado, rechazado la invitación de una forma diplomática, hubiera sido un tanto a su favor, de cara a la galería, pero el salir en la foto, produce en los políticos una adición tal vez peor que la ludopatía.
Resulta curioso que el mismo día de la apertura del casino en Alicante, se publica que se va a realizar un “ERE” que te erre (Expediente de Regulación de Empleo irremediable en Crisis) en el Casino de Villajoyosa y que este pasa a ser el “anexo” y el de Alicante el “principal”, todo lo contrario de lo dicho hasta ahora, con lo cual el anexo solo puede estar abierto al publico un máximo de nueve meses al año, tengo entendido. Las cuentas son fáciles, ahora con la crisis son menos los que se desplazaran hasta aquí en su coche, así que abrimos en Semana Santa, Navidad y Verano. En Alicante tenemos en cambio una población mínima de doscientos y pico mil a veinte minutos máximo del casino, así como otros doscientos y pico mil a solo treinta y cinco minutos (Elche), cifras que en temporada alta, pues eso, que aumentan.

Para terminar comentar a una jubilada que despotricaba a sus amigas, en voz alta, pero sin gritar, toda ofendida:
- ¿Si había que traer en DNI?, ¡Que lo hubieran dicho antes!... Serán impertinentes, - mientras agita el abanico cerrado con energía- ¡Vamonos! Ellos se lo pierden.
Por suerte, la señora jubilada no sabia que en estos lugares de vicio, piden identificación, tal vez gracias a esta anécdota no ponga sus pies dentro del Casino y no caiga en la tentación de gastarse la pensión, el yate o la vida, como algunos hacen.
Que queréis que os diga, por encima del glamour del casino de Mónaco, ¡Uhy, perdón! del Mediterráneo, veo el derroche, la adicción y la desgracia, mas que la alegría de tocarte algo.