jueves, 12 de febrero de 2009

CREPÚSCULO.


Por que será que últimamente triunfa tanto las escritoras, el mundo literario juvenil recibe como una ráfaga de aire fresco a Stephenie Meyer con su saga romántica de vampiros, no exenta de morbo, sangre y amor para siempre.
Aunque el libro paseaba por casa desde el verano pasado, de mano en mano, ya que ninguno de los dos hijos míos, paso de la primera pagina, al final me he decidido a hincarle el diente, encontrándome con una obra sencilla, directa, sin florituras literarias, ni descripciones minuciosas, con una protagonista “Bella” que así se llama, en conflicto continuo con su cuerpo y el modo de ver el mundo, su torpeza nos cae simpática, fiel reflejo de nuestras pequeñas imperfecciones, al otro lado estan ellos y ellas, bellas estatuas frías, cinceladas como dioses del Olimpo, donde el lector fan del terror no saldrá defraudado del todo y los que huyen de él (el terror), no pasaran tanto miedo como esperaban.
Sin ser del todo nuevo el enfoque que se le da al tema vampirico, si es verdad, que para muchos aportara una visión diferente, a la dada anteriormente por el más conocido y popular de todos los vampiros, Drácula.
Murciélagos, ataúdes, estacas, súper fuerza, cabezas de ajos, cementerios, cruces, agua bendita, sol, noche… de poco te servirán esos conocimientos tradicionales sobre los vampiros, cuando te enfrentes contra estos espectros modernos del libro.


Os pongo también la foto original, ya que una rosa de amor, después de todo, no puede ser tan peligrosa…

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